RIGOLETTO Y EL PENDÓN DEL REY... DIGO DEL DUQUE

A modo de introducción quiero aclarar que el término “pendón" puede referirse a una bandera o estandarte distintivo que empezó a utilizarse en la Edad Media. El pendón real era el más importante, pues acompañaba al rey, era portado por su alférez y solía mostrar las armas reales. Sin duda tenía también uno propio el duque de Mantua, regente de la ciudad del mismo nombre y personaje fundamental de esta ópera. Justo es que, para comenzar esta entrada, veamos cuál podría haber sido el pendón del duque:

Estandarte o pendón del ducado de Mantua. Fuente: wikimedia.org

Dicho esto, vamos a hablar de "Rigoletto" la ópera número diecisiete de las que compuso  Giuseppe Verdi. Es de 1851, es decir, dos años anterior a "La traviata”. Comparte con ella el libretista, Francesco Maria Piave, y el lugar de estreno, el Teatro La Fenice de Venecia.

Personajes principales

  • Duque de Mantua (tenor lírico)
  • Rigoletto, bufón del duque (barítono dramático)
  • Gilda, hija de Rigoletto (soprano lírica o soprano ligera)
  • Sparafucile, sicario (bajo)
  • Maddalena, hermana de Sparafucile (mezzosoprano o contralto)
  • Conde Monterone, noble (barítono)

La acción se desarrolla en Mantua (Italia), durante el siglo XVI.

Argumento

El libertino duque de Mantua, además de gobernar la ciudad, se dedica a seducir y a abusar de cuantas mujeres le place, sin que le suponga ningún cargo de conciencia matar a padres o maridos si llega el caso. Igual le da ésta o aquélla, el caso es satisfacer sus deseos.


Rigoletto, bufón del duque, es cómplice de su amo en tales aventuras. A resultas de una de ellas Monterone, padre de una de las doncellas que han sucumbido a los encantos del duque, lanza a Rigoletto una terrible maldición que le deja sumido en honda inquietud. 

En su vida privada, Rigoletto es el amantísimo padre de Gilda, una bella muchacha a la que trata de guardar a toda costa de las garras del duque y de sus licenciosos cortesanos. Lo que no sabe nuestro protagonista es que su hija ama en secreto al duque, al que supone un pobre estudiante llamado Gualtier Maldè. 

La cohorte de aduladores y compañeros de fechorías del duque cree que a quien Rigoletto tiene celosamente escondida es a su amante, y se ponen de acuerdo para hacerle una sucia jugarreta. Mediante un engaño muy bien urdido, se las arreglan para que el mismo bufón les ayude, sin saberlo, a raptar a la que ya sabemos que es su propia hija. Todo esto a espaldas del duque. 

Una vez conocido el rapto, el duque maldice a quienes (él aún no sabe quiénes son) se han atrevido a llevarse a una muchacha tan dulce que “casi” le ha empujado a la virtud. 

Por descontado que el duque, cual muro de escollera, se mantendrá firme en sus propósitos. No faltaría más. Al fin, los captores le ofrecen su presa, a la que el duque no hace ascos.

Rigoletto acude a enfrentarse cara a cara con aquel hatajo de libertinos. Por más que maldice y exige, no obtiene sino el silencio por respuesta. Desesperado, llega incluso a suplicarles. 

Por fin, Gilda vuelve a los brazos de su padre, que jura vengarse del duque por la afrenta recibida. 

A orillas de un río, frente a la casa de Sparafucile (un sicario al que Rigoletto ha pagado para que mate al duque) Rigoletto y Gilda esperan escondidos. La intención del padre es desengañar a su hija, mostrándole cómo aquel que supuestamente la ama tanto viene a encontrarse en esa casa con otra mujer. Y es a esa otra mujer (que no es sino Maddalena, hermana y cómplice de Sparafucile) a la que el duque canta el aria más famosa de esta ópera y tal vez de todo el género. 

Rigoletto ordena a Gilda que se vaya a casa, coja dinero y, disfrazada de hombre, huya hacia Verona. La muchacha no acierta a pronunciar palabra. 

Sparafucile y Rigoletto deciden que, una vez muerto el duque, lo pondrán en un saco y lo arrojarán al río. Maddalena, que se ha encaprichado del duque, ruega a su hermano que sea al bufón a quien mate (y así, de paso, podrá cobrar el dinero que aún le debe por el encargo) Pero Sparafucile no puede asesinar a un cliente para robarle. Por supuesto, él podrá ser un asesino, pero no un ladrón. Hasta ahí podíamos llegar. Los hermanitas llegan a un acuerdo y, a fin de presentarse ante Rigoletto con un saco lleno, Sparafucile promete a su hermana que el primer hombre que se presente en la taberna será el que ocupe el lugar del duque en el saco. 

Gilda, que ha desobedecido a su padre, vuelve a la taberna vestida de hombre. Ha escuchado la conversación de los dos hermanos y está pronta a sacrificarse por el hombre al que, a pesar de todo, adora con cada fibra de su ser. Así, haciéndose pasar por un mendigo, llama a la puerta de la taberna pidiendo asilo. Sin perder tiempo, Sparafucile le clava un cuchillo. 

Rigoletto entra en escena. Sparafucile le entrega el saco con el supuesto cuerpo del duque. Cuando se dispone a arrojarlo al río, Rigoletto oye la voz del duque desde el interior de la posada. Horrorizado, abre el saco y ve a su hija agonizante aún. La ópera termina con el lamento desgarrador de Rigoletto en la que recuerda la maldición de Monterone. 

La historia acerca de cómo se gestó esta ópera puede calificarse como poco de "tortuosa". El libreto está basado en la obra teatral "El rey se divierte", de Víctor Hugo, drama que había sido censurado en su estreno en París, pues se veía con muy malos ojos que un rey se dejara arrastrar por la lujuria, el engaño y la corrupción (a pesar de que la obra era un fiel reflejo de la realidad, o precisamente por eso). Verdi aceptó desde un principio modificar los nombres y los lugares, siempre que pudiera conservar el núcleo del drama. Y, para que la mojigata sociedad de la época no se sintiese ofendida, el lujurioso protagonista pasó de ser un rey a convertirse en un simple duque (a quien parecía que era más aceptable atribuirle tamaños "pecados") 

Tres meses antes de la fecha prevista para el estreno de la ópera, la censura volvió a hacer de las suyas y vetó el libreto. El comunicado oficial decía así: "El gobernador militar de Venecia, señor Gorzowski, deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado La maledizione. Su Excelencia ha dispuesto pues vetar absolutamente la representación y desea que yo advierta a esta Presidencia de abstenerse de cualquier ulterior insistencia al respecto". El asunto se resolvió gracias a la diplomacia de los administradores del teatro, que se pusieron de acuerdo con Verdi y Piave para que cambiasen, al menos, estos puntos:

  • Trasladar la acción de la corte de Francia a una corte menor.
  • Cambiar los nombres de los protagonistas inventados por Víctor Hugo.
  • Cambiar la escena en la que el libertino posee una llave para acceder al cuarto de la protagonista por otra distinta que respete la necesaria decencia.
  • La visita del rey a la taberna será casual y no dictada por bajos propósitos.

Los cambios fueron aceptados y el contrato se firmó. Lo que no pudo cambiar la censura con su hipocresía fue lo que Verdi pretendió y logró captar, que era la complejidad del personaje de Rigoletto, bufón que se mueve entre el amor por su hija y el odio por el duque y sus cortesanos, cuando sufre en carne propia una afrenta similar a muchas de las que él mismo había sido cómplice. 

(Fuente: wikipedia)

Os dejo el enlace al libreto de "Rigoletto":

Nota: todos los fragmentos de vídeo que ilustran esta entrada pertenecen al film “Rigoletto” dirigido por Jean-Pierre Ponnelle en 1982, con Luciano Pavarotti, Edita Gruberova e Ingar Wixell en los principales papeles.

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