LAS ALAS DORADAS DEL PENSAMIENTO (y III)

Hoy por fin, el final del relato...

Retrato de Giuseppina Strepponi. Fuente: musico.nl

"—Señora…

—¡Maestro! ¿Cómo está? —sorprendida y contenta de ver a Verdi, la Strepponi se lamenta al recordar que no pudo interpretar aquel ‘Oberto, conde de San Bonifacio’ y le pregunta si ha compuesto algo nuevo.

—Sí, una nueva ópera, para Merelli. Nabuccodonosor.

—¿Nabucco…?

—Nabuccodonosor.

—Nabuccodonosor… Qué extraño… no la he visto en cartel.

—Tiene razón, no está en cartel… —el maestro duda unos instantes, pero al fin dice: —El personaje de la protagonista, Abigaile, lo he escrito pensando en usted. —esta mentira de Verdi despierta el interés de la Strepponi, que le contesta: —Oh… ¿de veras? Siento curiosidad… ¿Cuándo podría escucharlo?

Dos días después, el maestro interpreta al piano, para Giuseppina, diversos fragmentos de su nueva ópera. Ya desde la obertura, la Strepponi se estremece con una música que es distinta a cuantas ha escuchado antes. En cada nota se siente cómo el genio de Verdi resucita de entre los escombros de su desoladora tristeza.

—¡Esta música debe escucharla Ronconi! Sí, estoy convencida, ¡no encontraremos otro Nabucco como él!

Giuseppina se ha conmovido tanto al escuchar este “Nabucco” que ya lo siente como suyo, e insiste en que Verdi y ella deben ir a ver inmediatamente al que es uno de los grandes barítonos del momento, Giorgio Ronconi quien, como era previsible, queda tan entusiasmado como la Strepponi. Y así, barítono y soprano se encargan de convencer a Merelli para que esta nueva ópera de Verdi vea la luz esa misma temporada.

Resentido quizás por haberse visto forzado a cambiar el cartel de la temporada cuando ya había sido anunciado, el empresario de la Scala manda llamar a Verdi y le dice:

—Vamos a estrenar “Nabucco”, pero debes tener en cuenta que he realizado enormes gastos para representar las otras nuevas óperas, de modo que para la tuya no podré encargar decorados ni vestuario. Tendrás que conformarte con lo que tengamos en el almacén.

¿Qué más da? Lo único que quiere Verdi es que su ópera se estrene cuanto antes. Por fin, “Nabucco” sube a escena por vez primera el 9 de marzo de 1842 y es recibida por el público con un entusiasmo que raya en la apoteosis.

Dada la situación política del país, el coro de los esclavos hebreos se convierte, en el corazón de los italianos, en el nuevo himno de un país que pugna por liberarse de la ocupación austríaca. Sin pretenderlo, Verdi se transforma en la voz de aquellos que luchan por la libertad de Italia. Por las calles, aparecen pintadas en las que se lee: “¡Viva V.e.r.d.i.!” las cuales, aunque en apariencia rinden homenaje al gran maestro de Busseto, en realidad significan: “¡Viva Vittorio Emmanuele Re d’Italia!”. Una ingeniosa forma de burlar la censura austríaca para ensalzar al que, diecinueve años después, se convertirá en el primer rey de Italia.

Con “Nabucco” se despierta en mí la idea de que tal vez sean algunas óperas las que van en busca del autor que está destinado a escribirlas. Porque Verdi tenía que resurgir, y Nabucco era el vehículo perfecto para que su talento, con alas doradas, remontase de nuevo el vuelo."

Los seres queridos que se nos van nunca se marchan del todo; siguen viviendo dentro de nosotros, estoy convencida, para infundirnos fuerza e ilusión. Y la mejor forma de honrar su recuerdo es seguir caminando. Porque es en ese camino en el que se halla la felicidad.

Dedico este relato a mi padre, que se fue el 4 de abril de este mismo año 2022. Desde donde estés, no olvides que te adoro, papá.

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