IL TRITTICO: SUOR ANGELICA

Cuando terminó "Il tabarro", Puccini aún no sabía cuáles serían las otras dos obras que compondrían la trilogía en cuya elaboración se había embarcado. Fue Giovacchino Forzano el que le presentó el tema de "Suor Angelica" que embelesó de inmediato a Puccini.

Cartel del estreno de "Suor Angelica".
Argumento

La historia transcurre en un convento de monjas cerca de Siena, en la segunda mitad del siglo XVII. En las primeras escenas, Puccini describe el día a día en un convento, que se desarrolla siempre bajo la atenta y estricta vigilancia de la hermana celadora y de la maestra de las novicias. Durante la hora de recreo, las hermanas comentan alegremente que aquella es la primera de las tres tardes que, cada año, el sol poniente alcanza la fuente que hay en el patio y vuelve doradas sus aguas. Este hecho hace que recuerden a una hermana que murió, Blanca Rosa; la hermana Genoveva sugiere que a la hermana Blanca Rosa le gustaría que derramasen un poco de ese agua dorada sobre su tumba.

Surgen pequeñas discusiones acerca de si es lícito o no tener deseos. Alguna hermana, como Genovieffa, se atreve a decir que los tiene; los de la hermana Dolcina, golosa, son conocidos por todas. La hermana Angelica sin embargo, afirma no tener deseos, pero el resto comenta que hace ya siete años que está allí incomunicada y que desea ansiosamente tener noticias de su familia. La conversación se ve interrumpida por la hermana enfermera, que llega muy agitada: mientras la hermana Clara se encontraba en el huerto, arreglando las rosas, un enjambre de avispas le ha picado en la cara, y ahora está transida de dolor. Enseguida, la hermana Angelica va en busca de unas hierbas para mitigar el dolor; las demás comentan que Angelica es única en este terreno.

Llegan las hermanas que se encargan de la intendencia, con un burrito que trae las provisiones que éstas han recogido para el convento. De pronto, se corre la voz de que un gran carruaje está apostado frente al convento; alguien importante visita la casa. Angelica, que trata de contener el corazón que se le desboca ante la posibilidad de que, por fin, la visita sea para ella, palidece. Aparece la abadesa, y llama a la hermana Angelica: la Zia Principessa (tía de Angelica) está en el locutorio, esperándola. La abadesa la acompaña y la deja sola en presencia de la temible anciana. 

A solas las dos, la Zia Principessa explica a Angelica que ha dividido la herencia de sus padres, de quienes fue nombrada albacea a su muerte; trae consigo un papel que Angelica debe firmar, renunciando a la parte que le hubiera correspondido. Angelica le pide que tenga clemencia, que se inspire en aquel santo lugar, pero su tía sólo habla de penitencia. A continuación le dice que su hermana pequeña, Anna Viola, va a casarse; cuando Angelica pregunta con quién, su tía responde que con alguien que ha querido perdonar la culpa de quien manchó el escudo de la familia. Angelica le replica que ella se ha arrepentido de su pecado, pero que lo que no puede hacer es olvidar al hijo que tuvo, al hijo que le arrebataron, al que no pudo tocar y besar más que una sola vez... La princesa, implacable, le cuenta que hace ya dos años que su hijo contrajo un grave mal y que, aunque se hizo todo lo posible por salvarle, murió.  

Loca de dolor, Angelica cae al suelo. Entra la hermana tornera, y la tía le pide algo en voz baja. Entra también la madre abadesa junto con algunas hermanas más, y traen una mesita, tinta y una pluma. La tía coloca el pergamino sobre la mesa y Angelica firma. La tía y las hermanas se marchan. Sola en escena, la hermana Angelica evoca dolorosamente a su añorado y ya para siempre perdido hijo: "Senza mamma..." 

Ha caído la noche, y todas las monjas se han retirado a dormir a sus celdas. Al cabo de un rato, la hermana Angelica vuelve a salir de la suya; enciende un pequeño fuego sobre el que coloca un cazo con agua, y en él echa varias hierbas del jardín. Su hijo la llama, tiene que ir con él... Se despide del convento y bebe el veneno que acaba de preparar... De pronto, se da cuenta del grave pecado que acaba de cometer por amor a su hijo, y ruega a la Virgen que la perdone. La Virgen aparece reflejada en la pared del convento; lleva en los brazos al hijo de Angelica, que avanza hacia la moribunda. Angelica, que comprende que ha sido perdonada, muere.


Os dejo el enlace al libreto: Suor Angelica

Fuentes: "Guía universal de la ópera", de Roger Alier y wikipedia.

Nota: Los vídeos que ilustran esta entrada pertenecen a una representación de Suor Angelica de 1981. Canta: Renata Scotto.

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