DIFAMA, QUE ALGO QUEDA

Sevilla, siglo XVIII. Nos encontramos en la casa del amplio salón de la casa de don Bartolo, un anciano estirado y pedante que pretende casarse con la atractiva huérfana que tiene bajo su tutela. El hombre está subyugado no sólo por la belleza de la joven sino (y sobre todo) en la gran fortuna que ésta posee.

El provecto tutor está dispuesto a lograr su propósito cuanto antes, de buen grado o por la fuerza. A tal fin ha hecho llamar a un amigo suyo que, además de clérigo, es el profesor de música de la joven. La idea es que los dos juntos redacten el contrato de matrimonio al objeto que la boda se celebre ese mismo día. Es necesario adelantarse al joven que también pretende a la muchacha, un conde apuesto, lozano y algo tarambana que la ama perdidamente.

Detengámonos un momento para contemplar la singular figura de este eclesiástico. De estatura superior a la media, es tan enjuto que parece ser aún más alto. Su raída sotana, que no ha visto el agua ni el jabón en mucho tiempo, da cumplida muestra de dónde se limpia su dueño los dedos cuando come. Los escasos mechones de su cabello (tan falto de higiene como la ropa) se asoman tímidamente por debajo de la destartalada teja. En la barbilla, su dotación capilar es algo más tupida, y forma un remolino que proporciona a su poseedor un cierto aspecto de chivo. Sobre la nariz con forma de apagavelas porta unas gafas, colocadas tan cerca de la punta que da la sensación de que han cobrado vida con la sola intención de huir de un ceño eternamente fruncido. Sus manos, acordes en tamaño con su corpachón, rematan unos brazos largos como aspas de molino que, cuando su dueño se enfada, se agitan amenazadores. Por bajo de sus vestiduras asoman unos pies que, aun para alguien tan alto, parecen demasiado grandes; ello se debe a que el anterior dueño de aquellas botas tenía los pies unos tres centímetros más grandes que su actual poseedor. Toda su persona, en suma, es un poema.

Como primera medida para conjurar el peligro que supone su peligroso rival, el canónigo propone urdir contra él una calumnia que, poco a poco, le vaya desacreditando hasta el punto de que se vea obligado a salir de la ciudad:

 "-¿Sabéis lo que es una calumnia?" dice el casamentero a su cómplice...

Carlos Feller interpreta a don Basilio, en una grabación en vivo de "Il barbiere di Siviglia" realizada en Alemania, en 1988.

Algunos datos acerca de la ópera de referencia, por si queréis conocer la historia completa:
  • Título: "Il barbiere di Siviglia" (El barbero de Sevilla)
  • Ambientada en: Sevilla, siglo XVIII.
  • MúsicaGioachino Rossini (Pésaro, Estados Pontificios, 29 de febrero de 1792 - Passy, París, 13 de noviembre de 1868)
  • LibretoCesare Sterbini, basado en la comedia del mismo nombre de Pierre-Augustin de Beaumarchais.
  • Estreno: 20 de febrero de 1816, Teatro Argentina de Roma.
Enlaces:

Comentarios